Dos meses sin fumar
Con la entrada del año, y hace ya más de dos meses de ello, me propuse, como cada año, dejar de fumar. El propósito era sencillo, pero la decisión de dejar el tabaco no lo es tanto. Esta vez, e insisto, llevo poco más de dos meses, parece que lo estoy consiguiendo.
He decidido ir a mi médico de cabecera porque aún tengo ese deseo irrefrenable de fumarme ese pitillo que parecía me calmaba todos los males y -¡jolín!- no quiero echar por tierra todo lo ganado en este tiempo, ahora que toso bastante menos, tengo menos congestión nasal, menor fatiga o esa sensación de falta de aire, aparte de que he empezado a recuperar mi olfato y hasta la comida me sabe mejor.
Durante el tiempo que llevo sin fumar me ha cambiado el humor, tengo más apetito -¡ufff!, he engordado casi tres kilos (aunque no me preocupa, estoy en ello)- y creo que duermo hasta peor, tal vez porque esté más nervioso.
Mi médico de cabecera me ha dicho que a eso se le llama síndrome de abstinencia, que no es perjudicial para mi salud, que esa sintomatología es temporal y que se irá reduciendo progresivamente. Me ha explicado que el síndrome de abstinencia es producido por la falta de nicotina y que mi cuerpo está ahora en periodo de adaptación por la falta de esa sustancia.
Me ha hablado de ayudas farmacológicas, como parches, inhaladores o aerosoles nasales para controlar todos esos síntomas, pero lo que realmente es eficaz es que, junto a mi fuerza de voluntad, siga una serie de pautas que me van a ayudar a controlar esos deseos de fumar. A saber:
- Que me lo tome como un objetivo diario.
- Que haga ejercicio físico en mi rutina diaria, caminar o cualquier actividad deportiva, que hará que aumente mi cansancio y así pueda liberar esa ansiedad.
- Que beba mucha agua para eliminar la nicotina más rápidamente.
- Que controle mi consumo de alcohol y refrescos azucarados.
- Que haga un buen plan de comidas saludables por adelantado, para poder combatir los posibles antojos.
- Que me deshaga de todos aquellos objetos que estén relacionados con el tabaco: ceniceros, mecheros, cerillas, etc.
- Que rompa con los hábitos relacionados con el tabaco, como tomar un café o hacer las sobremesas largas.
- Que evite lugares donde está permitido fumar.
- Que cuando sienta la necesidad de encenderme un pitillo, deje rápidamente lo que esté haciendo y haga algo distinto.
Como veis, todos son muy buenos consejos, pero hubo uno que me llamó especialmente la atención y es que calculara el dinero que ahorraría -unos 1.500 euros al año- y que lo reserve para darme un caprichito. “Así premias tu esfuerzo”, me ha dicho.
Lo tengo claro, creo que dejar de fumar ha sido la mejor decisión que he podido tomar, ya no solo por mi salud, sino también por mi familia.
Y ya sabes… “en caso de duda, consulta a tu médico o farmacéutico”.