Empezar con buen pie
“Solo tres letras tengo,
pero tu peso yo sostengo.
Si me tratas con cuidado,
te llevaré a cualquier lado.”
¿Quién soy?
Pocas veces nos paramos a mirarlos, pero de ellos dependen la estabilidad y el equilibrio del cuerpo, el apoyo y el anclaje a la tierra o la sustentación del aparato locomotor.
Cuando comienza el año nos preocupamos de nuestra salud en general, creando propósitos para mejorar, como dejar de fumar, hacer ejercicio físico, estar más tiempo con la familia… Pero no prestamos atención a la parte de nuestro cuerpo que mantiene el peso y nos da la posibilidad de desplazarnos: los pies.
Dependiendo de la superficie en la que el pie apoya puede convertirse en una articulación rígida o flexible, adaptándose a las irregularidades del terreno y amortiguando el choque del pie con el suelo.
Cuando nos referimos al pie hemos de incluir el tobillo como parte de ese conjunto de articulaciones que permiten el movimiento del pie en general.
Si estas articulaciones funcionan mal, ya sea por un mal apoyo en el suelo o debilidad en la musculatura accesoria, afectará a nuestra forma de caminar y con ello aumentará la posibilidad de padecer patologías en el resto del miembro inferior, pudiendo llegar hasta la zona lumbar.
El pie y tobillo necesitan de ciertas características estructurales para tener un movimiento libre y que el peso de todo nuestro organismo se reparta equitativamente evitando descompensaciones:
- Sistema ligamentario y muscular fuerte para estabilizar la articulación.
- Apoyo en el suelo (talón, zona lateral externa del pie y primer dedo).
- Altura correcta del puente (huesos, ligamentos, cápsulas y musculatura contribuyen a mantener una posición anatómica correcta de la bóveda plantar).
- Estabilidad del talón (la tendencia más común es un pie valgo o pronado, y son los ligamentos los que evitan esa descompensación).
Para evitar que esas estructuras se deterioren hay varios consejos que podemos incorporar en nuestra vida diaria:
- Automasajes en la planta del pie con una pelota de tenis para mantener la elasticidad de la musculatura y evitar rigideces o lesiones tipo fascitis plantar.
- Movilizaciones del tobillo (pie en flexión y extensión, pie hacia dentro y hacia afuera).
- Caminar de puntillas y talones para activar la musculatura de la pierna y ayudar a estabilizar el tobillo y pie en general.
- Andar descalzos para aumentar la sensación de cómo se apoya el pie en el suelo y elastificar toda la musculatura intrínseca del pie.