LA INVESTIGACIÓN DE ACCIDENTES DE TRABAJO. Ramón Pérez Merlos. Ingeniero técnico industrial. Graduado en ingeniería mecánica. Director del Servicio de Prevención Mancomunado “Grupo ETOSA”. Coordinador del máster de perito judicial y auditor en PRL de IMF
LA INVESTIGACIÓN DE ACCIDENTES DE TRABAJO. Ramón Pérez Merlos. Ingeniero técnico industrial. Graduado en ingeniería mecánica. Director del Servicio de Prevención Mancomunado “Grupo ETOSA”. Coordinador del máster de perito judicial y auditor en PRL de IMF
Podemos definir un accidente según los siguientes conceptos:
- Suceso imprevisto que provoca una alteración, con daño, a personas o bienes.
- Acontecimiento que interrumpe la actividad del trabajador con o sin lesión.
- Todo acontecimiento, no deseado, que da por resultado un daño físico a personas (lesión o enfermedad) o un daño a la propiedad (materias primas, edificios, etc.)
La definición legal de accidente de trabajo en España que se ha venido utilizando tradicionalmente, procede de la Ley General de la Seguridad Social; se define como “toda lesión corporal que el trabajador sufra con ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena”.
Para que un accidente de trabajo sea catalogado como tal, se tienen que cumplir tres requisitos:
- Que sea ejecutado por cuenta ajena.
- Existencia de un agente lesivo procedente de elementos agresivos, de actos humanos propios o provocados por terceros, o de fuerza mayor.
- Un nexo causal entre el trabajo y el agente lesivo.
El accidente incluye, pues, dos conceptos diferentes: accidente con baja (accidente que sufre el trabajador y que le impide acudir al trabajo por tiempo superior a un día) y accidente sin baja (aquél que, aun produciendo lesiones, una vez atendidas no impiden al trabajador reincorporarse al trabajo en la misma jornada).
Desde la óptica exclusivamente laboral (accidentes que afectan a personas que son trabajadores), la calificación legal de los accidentes se lleva a cabo por la Mutua de la empresa empleadora del accidentado, pudiéndose estos catalogar en leves, graves, muy graves y mortales.
En general, está clasificación obedece exclusivamente a criterios médicos en función, habitualmente, de la gravedad de la baja médica que puede generar el accidente o si éste puede generar lesiones incapacitantes para el accidentado. Así podemos considerar:
- Accidente mortal. Accidente del que se derive, directamente o debido al mismo, el fallecimiento del trabajador.
- Accidente muy grave: Se producen lesiones cuyas consecuencias pueden causar alteraciones funcionales u orgánicas permanentes (secuelas incapacitantes) o hacen peligrar la vida del trabajador.
- Accidente grave: Las lesiones que produce no ponen en peligro la vida del trabajador, ni se prevé que las secuelas que puedan quedar sean incapacitantes.
- Accidente leve: Las lesiones que produce, no se prevé dejen ningún tipo de secuelas.
Todo ello no obsta, claro está, para que accidentes de cierta gravedad (caída en altura de más de 10 metros de un trabajador, por ejemplo) finalmente sean calificados oficialmente como leves, si los daños del accidentado finalmente no resultan relevantes.
Es de sobra conocido que la repercusión de los accidentes de trabajo es muy significativa en la sociedad actual. En primer lugar, cuando se produce un daño para la salud de un trabajador, las consecuencias sobre este son en muchos casos trágicas, llegando desde el fallecimiento a la producción de lesiones irreversibles. Mucho se ha hablado de la repercusión de los accidentes de trabajo y cómo en muchas ocasiones derivan en un cambio radical en el modo de vida de los accidentados y sus familias. No olvidemos que “el trabajo debe ser un intercambio de tiempo y esfuerzo a cambio de dinero. La salud no debe formar parte de ese intercambio”. Por ello, debemos hacer todo lo que moralmente esté a nuestro alcance.
Pero es que además, el coste de la siniestralidad laboral es muy elevado. Podríamos desglosar estos costes para las empresas en directos (coste salarial del accidentado, costes materiales, costes salariales por tiempo perdido de otros trabajadores, costes salariales de selección y/o formación del sustituto, penalización por accidentes en las cotizaciones, sanciones administrativas, etc) y en indirectos (costes de producción, incremento de los costes asegurados, costes administrativos y jurídicos, pérdida de imagen de la empresa, etc). CCOO estima que el coste total durante el año 2015 ha supuesto más de 13.085 millones de euros[1], lo que equivaldría al 1,76% del PIB.
Por todo ello, se hace indispensable la adecuada y profunda investigación de cualquier accidente de trabajo. Se lo debemos a los trabajadores y a la sociedad. Y aquí deberíamos incluir también los incidentes, pues es conocido que muchos actos inseguros e incidentes son el antecedente al accidente de trabajo, como ya indicaba Frank Bird en 1969, en su famosa pirámide.
En cambio, según mi punto de vista, la Ley 31/1995, de Prevención de riesgos laborales (en adelante LRPL), no ha regulado suficientemente esta cuestión. La única obligación de investigar los accidentes de trabajo que indica es la incluida en el art. 16.3, que establece:
“Cuando se haya producido un daño para la salud de los trabajadores o cuando, con ocasión de la vigilancia de la salud prevista en el artículo 22, aparezcan indicios de que las medidas de prevención resultan insuficientes, el empresario llevará a cabo una investigación al respecto, a fin de detectar las causas de estos hechos”.
Aunque sorprenda, la legislación española no hace ninguna referencia más concreta acerca de cómo investigar los accidentes, los pasos que hay que seguir para difundir esta información y así evitar futuras repeticiones. Desde diferentes foros llevamos demandando encarecidamente la necesidad de publicar y divulgar todas las investigaciones que se realizan sobre accidentes de trabajo, clasificadas por sectores, temáticas, tipos maquinaria, etc., de manera que sean un aprendizaje para todos. Los Institutos de Seguridad y Salud de las Comunidades Autónomas tienen una valiosísima información al respecto. El INSHT y alguna administración autonómica, como la Junta de Andalucía, están publicando algunos de estos accidentes, pero esto es claramente insuficiente.
Por todo lo anterior, es ineludible realizar dentro de las empresas un análisis serio y concienzudo de todos y cada uno de los accidentes de trabajo. Para que el proceso de investigación de accidentes resulte eficaz y útil, se deben seguir un mínimo de objetivos como son:
- Identificar y describir el verdadero curso de los acontecimientos (qué, dónde y cuándo).
- Identificar las causas directas y raíces/factores contribuyentes del accidente (por qué).
- Identificar las medidas a considerar para eliminar / reducir / controlar los riesgos que han desencadenado el accidente y, así, poder prevenir accidentes similares (aprendizaje).
Para lograr tales objetivos, se recomiendan que los procesos de investigación cumplan un mínimo de buenas prácticas o atributos (Hendrick y Beener, 1987) como son:
- Que sean realistas: es decir, que aporte una descripción realista de los hechos acaecidos.
- Que no tengan un enfoque primario de carácter causal. La finalidad primaria de la investigación es conocer lo que ha ocurrido, no determinar culpas o culpables. Únicamente se podrán determinar factores causales, que no causas, cuándo se haya comprendido perfectamente el desencadenamiento y condiciones del accidente.
- Que sean consistentes. De manera que las investigaciones realizadas en aplicación del proceso establecido sean coherentes entre accidente y accidente e independientes de los investigadores que las lleven a cabo. Sólo la coherencia entre resultados de diferentes investigaciones permite la comparación entre ellos.
- En lo que a los procedimientos de investigación respecta, éstos deben ser: sistemáticos y ordenados (de manera que faciliten a los investigadores el centrarse en los aspectos más significativos), funcionales (de forma que el trabajo sea eficiente) e integrales (al cubrir todo el proceso).
- Por último, en cuanto a los resultado del proceso de investigación, éstos han de ser: completos (de forma que no requieran recopilar más datos que los facilitados en el informe), comprensibles, visuales y concluyentes (de forma que faciliten la posterior toma de decisiones).
Como acertadamente se describe en el documento “Metodología y técnicas analíticas para la investigación de accidentes de trabajo”[2], el proceso de investigación de accidentes consta de las siguientes fases:
En cuanto a los aspectos a considerar en cada una de estas fases destacan:
- En la Fase 1 de Actuación Inmediata: En primer lugar, debe priorizarse una actuación eficaz para minimizar los daños aplicando los protocolos de emergencia previstos y asegurando tanto la pronta atención y evacuación como el aseguramiento y limitación de accesos a la zona. En este sentido, siempre y cuando no se cuente con la garantía de seguridad en la zona, se evitará el paso de personal no autorizado a la misma. Seguidamente, y una vez atendidos y/o evacuados los accidentados y garantizada la estabilidad de la zona, se analizarán las soluciones y procedimientos a habilitar para controlar o evitar el acceso de más operarios y personal a la zona del accidente.
- Seguidamente, en la Fase 2 de planificación de la investigación, es preciso determinar la metodología y dimensionamiento de la investigación que hay que realizar. Dicha determinación se hará en función del tipo de accidente y los objetivos de la misma. Dentro de esta fase se determinarán aspectos como el programa de investigación, el equipo responsable de la misma, las técnicas que hay que emplear y los recursos necesarios.
- En la Fase 3 de recopilación de información, debe intentarse que se realice lo antes posible de manera que el escenario del accidente no se haya modificado sustancialmente. Adicionalmente, se recomienda que se efectúe al menos por dos personas para evitar influencias subjetivas, y, sobre todo, incrementar los datos registrados. En todos los casos, se recomienda elaborar un amplio reportaje fotográfico que cubra la integridad del escenario del accidente, incluso, en su caso, aquellos aspectos que en una primera impresión pudieran no considerarse como críticos.
Adicionalmente, debe considerarse la idoneidad no solo de incluir entrevistas con personal afectado y relacionado con el mismo, sino, en su caso, de tomar declaración por escrito a los principales testigos del accidente. Esta actuación, que se entiende recomendable en la mayor parte de los casos, debe contar con las garantías jurídicas necesarias (toma de declaración en presencia de al menos un testigo, elaboración de una transcripción escrita, firma del trabajador y del testigo de la declaración).
Así mismo, debe tenerse en cuenta que la información que hay que recopilar incluye desde la toma de datos in situ, hasta la documentación e información de los equipos, empresas y personal implicados en el accidente o, en su caso, los procedimientos, planificaciones y programas de trabajo que regían las actuaciones en cuestión. En función del tipo de accidente, puede ser necesario efectuar comprobaciones, ensayos y reconstrucciones del accidente.
- En la Fase 4 de análisis de hechos y del accidente, se parte de la documentación e información recabada en la fase anterior y se incluye la identificación de causas directas (condiciones de trabajo), factores coadyuvantes y causas raíz.
Si bien las técnicas de análisis que se pueden llegar a aplicar son muy variadas, tradicionalmente se diferencian los métodos deductivos (que van de lo general a lo particular), de los métodos inductivos (que arrancan de una situación particular para ir infiriendo fallos o causas generales).
Durante esta fase, será habitual tener que recopilar datos adicionales, efectuar una selección de la información recabada, sintetizarla (p.e. reconstruyendo el escenario del accidente) y validar la información obtenida.
En todo caso, las principales técnicas de investigación a aplicar se analizan en el siguiente epígrafe.
- En la Fase 5 de elaboración de informe de investigación y emisión de recomendaciones debe centrarse el informe final en resumir las recomendaciones para evitar la repetición de futuros accidentes. Para ello, el informe habrá de basarse en aquellos hechos, condiciones y evidencias que, una vez reveladas como causas raíz, pueden generar nuevos accidentes.
Como recomendación general, deben priorizarse las medidas relacionadas con factores técnicos, operativos, de gestión y organización. Así mismo, se recomienda centrar los cambios en los niveles más altos de la gestión y organización de la empresa de manera que en el futuro dichos cambios colaboren a evitar un espectro más amplio de accidentes (p.e. cambiando procedimientos de gestión). Igualmente, deben priorizarse las medidas que automaticen la mejora preventiva.
Por último, en esta fase se recomienda enfocar el informe final con mentalidad abierta evitando concentrar el mismo en matices o causas poco relevantes, de carácter muy particular o pequeño espectro. Así mismo, debe considerarse que el informe es el resultado de todo el proceso de investigación, por lo que se debe cuidar su redacción, presentación y transmisión.
- Finalmente, en la Fase 6 deben acreditarse que las mejoras, recomendaciones y lecciones aprendidas se llevan a la práctica, asegurando de esta forma que el proceso de investigación ha resultado eficaz.
Entrando en las principales técnicas y métodos de investigación de accidentes, estos podríamos clasificarlos en:
- Técnicas basadas en modelos secuenciales: Que incluyen los métodos clásicos de investigación como son, de menor a mayor grado de avance: el Árbol de causas, Diagrama de Ishikawa, Método del dominó modificado o control de pérdidas… En estos casos, el accidente se representa como una sucesión de eventos ordenados, generalmente fallos en personas o equipos. El foco está centrado en el fallo de dichos agentes.
- Técnicas basadas en modelos epidemiológicos: Cuyo punto de referencia es el modelo del Queso Suizo y, por tanto, se centra el foco en los fallos latentes existentes en las barreras que la organización o sistema han ido construyendo.
En estas técnicas se incluyen técnicas elementales – con alcance concreto, como el Análisis de Barreras y el Análisis de Cambios y otras más completas – o fundamentales, como el ECFCA (Análisis gráfico de sucesos y factores causales), o el Análisis de Causas Raíz (RCA). Dado que estos métodos son los que se recomienda aplicar a los accidentes de trabajo más habituales – sector construcción, industrial y servicios – , se profundizará en sus particularidades.
- Técnicas basadas en modelos sistémicos: Son métodos desarrollados para sistemas más complejos – p.e. accidentes en complejos industriales en servicio, industria química, aeroespacial y nuclear. Se trata de técnicas que configuran el accidente como una propiedad derivada de las interacciones complejas y no esperada de los diferentes factores y acciones del mismo. De esta forma, incluso acciones o desempeños normales (no extraordinarios) puedes interrelacionarse generando un accidente.
Si bien su aplicación se ha generado en sistemas complejos (aeroespacial, aviación o industria química), la tendencia futura pasa por la aplicación de sus fundamentos de manera simplificada a otros sectores.
No es objeto de este artículo entrar a desarrollar cada uno de estos métodos, aunque pueden estudiarse con detenimiento en el mencionado documento “Metodología y técnicas analíticas para la investigación de accidentes de trabajo[3]”, que puede ser descargado en el siguiente link: https://diagnosticoprlconstruccion.wordpress.com/2017/01/12/manual-sobre-metodologia-y-tecnicas-analiticas-de-investigacion-de-accidentes
Lo que reiteradamente se considera importante en este artículo, independientemente de la metodología que se utilice, es la necesidad de un análisis profundo de todos y cada uno de los accidentes de trabajo. Para ello debemos tener en cuenta lo siguiente:
- Hemos de centrarnos en las causas inmediatas, pero sobre todo en las causas básicas, en las causas de raíz del accidente, pues ahí es donde es prioritario trabajar.
La causas inmediatas (caída de altura por ejemplo en una obra de construcción) pueden evitadarse mediante la utilización de un arnés de seguridad sujeto a un punto de anclaje, o evitando que los trabajadores accedan a la zona de riesgo. Esto está bien, pero el peligro no ha sido evitado. Dependerá del trabajador y su “buena voluntad” el anclarse o el no acceder a la zona de riesgo. El objetivo
prioritario debe establecer procedimientos de trabajo en los que de inicio no exista ese riesgo de caída de altura, ya sea porque el proceso en sí lo elimine, porque se establezcan plataformas de trabajo seguras, o, en última instancia, por la instalación de sistemas de protección colectiva.
La utilización de estas soluciones mencionadas sería la aplicación de medidas que eliminarían el riesgo de manera inicial, lo que sería trabajar en las causas básicas de los futuros accidentes de trabajo. Si lo hiciésemos así, seguro que estaríamos previniendo estos accidentes y muchos otros que se generasen de manera similar.
En muchos casos se habla de factor humano en los accidentes de trabajo. El factor humano está presente en casi todos los accidentes (según Salvi & Debray [2006] en el 80% de estos). Pero si vamos más allá e investigamos estos analizando cuales han sido las causas básicas que los han provocado, seguro que podremos evitar la repetición de muchos de ellos, pues implementando trabajos seguros el fallo humano queda relegado a un segundo lugar.
- El objetivo principal debe ser conocer los hechos, para prevenir que vuelvan a suceder. Y esto seguro nos llevará a darnos cuenta que no lo estamos haciendo tan bien como creemos, y que seguramente hay que cambiar los procesos de trabajo, con la dificultad que ello conlleva. Pero para eso primero debemos admitir que podemos hacerlo mejor.
En muchas ocasiones los técnicos que investigamos los accidentes de trabajo estamos dentro del seno de las empresas. No siempre es una posición sencilla y se tiene el suficiente respaldo desde la dirección para hacer un análisis totalmente objetivo de un accidente. Y desde luego, para nada ayuda la legislación existente, con la penalización continua y constante de los accidentes de trabajo. Esto se traduce en que en muchos casos se realicen investigaciones más para “protegernos” que para descubrir de verdad que se está haciendo mal y en qué se puede mejorar. Independientemente de la estrategia que cada uno siga, es necesario conocer en profundidad las circunstancias del accidente y qué medidas pueden tomarse para evitar su repetición. Y esto solo se consigue analizando el accidente en profundidad, no buscando culpables e intentando ir más allá, analizando el accidente desde el origen.
- La implicación de la Dirección de las empresas para con los accidentes de trabajo debe ser decidida e incansable. No hablo aquí de que la Dirección desee el accidente de trabajo y valore la producción por delante de la prevención. Ningún empresario ni directivo desea que suceda un accidente de trabajo en su organización. Pero esto no es suficiente.
La Dirección debe tomar medidas organizativas para evitar estos accidentes. En primer lugar, mediante el diseño de instalaciones e implementación de procesos de trabajo seguros, y a continuación, con un seguimiento en esta materia. Es necesaria la asistencia de empresarios y directivos a conferencias de seguridad, a que desde el departamento de prevención y/o RRHH se le notifiquen e informen de los accidentes ocurridos, posibles errores cometidos, propuestas de mejora, etc., involucrando al resto de departamentos implicados. Decía Trevor Kletz “si los altos directivos no están interesados, los problemas (de seguridad) no pueden ser importantes”. Solamente las organizaciones donde los directivos tienen compromiso real avanzan de verdad en esta materia.
Manuel Rodríguez Herranz[4], propone acertadamente una serie de pasos a seguir para una buena gestión en cualquier organización, defendiendo la importancia de la seguridad y salud mediante el apoyo explícito a aquellas iniciativas que persigan modificar para bien la cultura en seguridad y salud mediante las siguientes premisas:
Garantizar que la función de seguridad es tenida en cuenta desde el inicio, y participa al mismo nivel que otras prioridades de negocio desde la fase de diseño de los nuevos proyectos y para lo cual se debe promover la realización de estudios tempranos de Seguridad y Salud.
Favorecer la implantación de un Sistema de Gestión de la Seguridad y Salud, compuesto por procedimientos específicos adecuados que abarquen toda la actividad, haciendo especial hincapié en el control de modificaciones y la preparación de operaciones de mantenimiento.
Promover la utilización de sistemas intrínsecamente más seguros y fáciles de usar por los usuarios.
Asegurar el mantenimiento de unos adecuados niveles de conocimiento y experiencia entre el personal, que favorezcan su desempeño en asuntos de Seguridad y Salud.
Demostrar INTERES:
Los planes de estudios y libros de los cursos/masters de MBA y otras calificaciones de Gestión de Empresas no incluyen prácticamente contenidos en temas de Seguridad y Salud, o describen someramente algunos de los requisitos legales, así que lo habitual es que reine un gran desconocimiento en asuntos de Seguridad y Salud entre los máximos responsables de la gestión de las empresas. Ante esta situación, se debe:
Solicitar por parte de los directivos la formación necesaria mínima para entender de Seguridad y Salud y ser capaz de tener un cierto criterio técnico para discutir la asignación de recursos en base a prioridades.
Requerir los informes periódicos de indicadores y entre ellos mostrar un especial interés en la aplicación de los principios de la actividad preventiva, priorizando la reducción de los riesgos, la sustitución de lo peligroso por aquello que presente un menor riesgo, la adopción de diseños y sistemas de concepción más segura, etc.
Garantizar que la organización no olvida las lecciones del pasado y que sus aprendizajes se transmiten de forma adecuada.
Demostrar IMPLICACION:
Nada de lo anterior sirve de nada si la dirección no demuestra una implicación real con la Seguridad y Salud de su personal. Para ello, es importante:
Transmitir con palabras y con hechos que todo lo relativo a Seguridad y Salud afecta a la dirección y a la empresa.
No conformarse con cubrir el expediente y exigir un nivel de desarrollo de las actuaciones en Seguridad y Salud que realmente aporte valor a la empresa, así por ejemplo deben promoverse la realización de investigaciones rigurosas de accidentes e incidentes, de las cuales se obtengan aprendizajes que permitan mejorar los sistemas y la organización.
Mensajes adicionales para la dirección serían:
Es posible prevenir todos los accidentes, yendo más allá del clásico ‘ten mas cuidado’, pero ello requiere de un gran compromiso por parte de la dirección.
“Los resultados destacados en Seguridad ocurren cuando la dirección del centro de trabajo hace bien su función. Los buenos resultados en Seguridad son el resultado implícito de un buen control de la dirección” Grimaldi (1966)
“El éxito en Seguridad es mucho más probable cuando la dirección aplica una persuasión igual de enérgica que la que subyace bajo el éxito de cualquier otra función de negocio.” Grimaldi (1966).
Respecto a esta última cuestión, aquí seguramente habría que profundizar. Hay empresas en las que se hace, o al menos se intenta hacer todo lo anterior, dotando a los trabajadores de unas condiciones de trabajo “seguras”. Y, a pesar de todo, todavía se observan incumplimientos preventivos por parte de algunos trabajadores. Creo que en estos casos esa persuasión enérgica de la empresa debe llegar hasta agotar todas las vías legales de que disponga tipificadas en los convenios colectivos y en el Estatuto de los Trabajadores, llegando al despido si es necesario. Lo que hay en juego es mucho mayor que la productividad de ciertos trabajadores, trabajadores que, por cierto, cuando son incumplidores en materia preventiva también lo suelen ser en otras facetas productivas; estoy convencido que hoy en día cada vez es menos habitual el trabajador que destaca en una faceta pero en otras es “flojito”.
Mucho habría que decir sobre los accidentes y sobre lo que nos enseñan y nos aportan. Pero para finalizar voy a tratar brevemente una cuestión que considero de gran interés, la utilización de las nuevas tecnologías para el tratamiento y reducción de los accidentes de trabajo.
Independientemente de las metodologías que se utilicen en la investigación de un accidente, cuando éste se realiza de manera seria y rigurosa, se pueden obtener gran cantidad de conclusiones para evitar su repetición. Como no me canso de insistir, las medidas preventivas deben adoptarse en el origen, y modificar procesos y procedimientos de trabajo. Pero aun así, es necesario el adecuado entrenamiento del trabajador.
Desde hace algún tiempo están apareciendo en nuestra sociedad diferentes herramientas para el citado entrenamiento. Por ejemplo la gamificación. Consiste en aplicar para la formación juegos para alcanzar objetivos que no tienen nada que ver con el juego. Se trata de conseguir que algo rutinario y pesado como puede ser un curso de formación convencional se convierta en dinámico y entretenido.
Cuando jugamos tomamos conciencia de nuestros conocimientos y habilidades, pero también de nuestras carencias. Es un aprendizaje activo y participativo, que permite adquirir conocimientos y competencias al ponerlas en práctica en situaciones simuladas y/o entornos gamificados.
Sobre la base de las experiencias de accidentes de trabajo, algunas empresas están desarrollando entornos gamificados para las prácticas de sus trabajadores, de manera que de una forma muy didáctica se les entrena para actuar de manera segura en su puesto de trabajo y evitar errores ya cometidos.
Otro aspecto de interés es la utilización de simuladores. Aunque el trabajador esté formado y tenga experiencia, cuando se ve sometido a una situación de estrés o a un riesgo concreto, que a veces llega de improviso, no se sabe cómo va a reaccionar; por ejemplo, un posible accidente de un compañero o una imprudencia del mismo que deriva en una situación de riesgo. Por ello, es importante entrenar esto, y el uso de simuladores tiene una gran proyección, comenzando por la seguridad vial.
La realidad aumentada también está teniendo un gran impacto en la formación. Desde Etosa hemos colaborado con la Escuela de la Inspección de Trabajo y GA Consultores en una prueba piloto; hemos prestado nuestras obras para la grabación de un vídeo en realidad aumentada para la formación de Inspectores de Trabajo. Cuando se están formando o en cursos de reciclaje, tienen la oportunidad de ponerse unas gafas especiales y trasladarse a una obra real, en este caso en fase de estructura, observando a los operarios trabajar, viendo escenas simuladas de riesgo y situaciones correctas, y sobre todo, pudiendo analizar los procesos de trabajo en esa fase de obra. Estoy seguro que este tipo de formación tendrá un alto impacto en el futuro en los trabajadores de las empresas, pues aportará un mayor valor en la reducción de situaciones de riesgo, y por consiguiente, en la reducción de accidentes de trabajo.
Por último, indicar que todas estas nuevas tecnologías se basan en empresas punteras en materia preventiva, que conocen perfectamente sus procedimientos y en qué situaciones tienen que mejorar. La ayuda de consultoras especializadas en materia preventiva está siendo una fusión de gran interés.
El problema es que todo lo anterior se podría desarrollar mucho mejor y de manera global si se conociese la demandada información sobre todos y cada uno de los accidentes significativos que suceden en nuestro país. Los vídeos colgados en la web de la Inspección de Trabajo sobre investigación de accidentes de trabajo reales son un buen paso emprendido por la Administración, pero es solo una gota en el océano. Es necesaria una apuesta seria por esta materia; la creación de comités donde participen la Administración y los agentes sociales y donde se realice un verdadero esfuerzo en el estudio en profundidad, con carácter constructivo y consensuado de todos los accidentes de trabajo ocurridos para llegar de verdad a avanzar en la reducción de la siniestralidad en nuestro país. Como indicó James Reason “no podemos cambiar la condición humana, pero podemos cambiar las condiciones en que los humanos trabajan”.
Bibliografía:
- Metodología y técnicas analíticas para la investigación de accidentes de trabajo. Autor: Carlos Arévalo Sarrate. Editado por el Instituto Regional de Seguridad y Salud en el Trabajo de Madrid y Fundación Agustín de Betancourt de la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. 2016
- No más oportunidades perdidas: aprendamos de los accidentes ocurridos. En homenaje a Trevor Kletz (1922-2013). Manuel Rodríguez Herrán. Revista PW Magazine nº 63, Especial 20 años de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Septiembre – octubre 2015.