LOS NIÑOS, ¿FUTUROS TRABAJADORES SEGUROS?
Cuando somos niños recibimos continuamente órdenes para nuestra seguridad: “No cojas nada del suelo”, “lávate las manos antes de comer”, “cruza cuando el semáforo de peatón esté en verde”, “ordena tu habitación”, “no te subas a la barandilla…” Son situaciones que tenemos tan interiorizadas que cuando llegamos a la edad adulta son parte de nuestra conducta.
Nos centramos tanto en este tipo de conductas, que nos olvidamos de que ese niño al que estamos enseñando a ponerse el cinturón de seguridad en el coche en el futuro formará parte de la sociedad trabajadora. Entonces, ¿por qué esperar a llegar a esa etapa de la vida para aprender a estar seguros en nuestro entorno laboral?
Puede parecer algo complejo y que lleve su tiempo cambiar el chip educacional. Por suerte el ser humano está preparado para adaptarse a cambios, y si no, volvamos al ejemplo del cinturón de seguridad. Hace años viajábamos en coche sin utilizarlo, ignorado el peligro que suponía. Hoy es raro entrar en un coche y no ponerse el cinturón de seguridad inconscientemente. Otro ejemplo claro del cambio educacional en la sociedad es el consumo de tabaco. ¿Recuerdas a ese compañero de avión fumando o ver una película en el cine y que el espectador de tu derecha se encienda el segundo cigarrillo en menos de 10 minutos? Ahora resulta muy extraño.
Con esfuerzo y tiempo, centrar parte de la educación de nuestros pequeños en la prevención de riesgos laborales, evitará futuros malos hábitos en el trabajo. Disminuirán los accidentes laborales, las enfermedades profesionales y otro tipo de problemas en los centros de trabajo. Hemos de tener en cuenta que los niños aprenden más rápido que los adultos.
Podemos encontrarnos con una situación en la que un trabajador asegura llevar doce años trabajando en una fábrica donde hay mucho ruido ambiental, pero nunca utiliza la protección auditiva porque… insiste que no le molesta el ruido ya que su puesto de trabajo no se encuentra cerca del foco del ruido y que si los utiliza no oye su móvil. ¡Resulta que este mismo trabajador se queja de sufrir dolor de cabeza frecuentemente!
Si le hubieran inculcado de niño una cultura preventiva del mundo laboral, nada más llegar a la fábrica, se pondría la protección auditiva de forma natural. Y es muy probable, que no sufriera esos dolores de cabeza que tanto lamenta.
Es tarea de todos – profesores en los colegios, padres y familiares desde casa o de la publicidad en los medios de comunicación – inculcar poco a poco una educación preventiva para así formar a nuestros futuros trabajadores responsables.